Calma chicha. A Coruña.
Decepcionante. Es el único adjetivo que puedo usar tras nuestra visita al afamado Calma Chicha de A Coruña. Este local se ha puesto de moda recientemente y tiene muy buenas críticas…no nos lo explicamos. Tenía el mismo sabor el cochinillo que el pulpo que era a lo mismo que sabe el agua, a nada. Cuando he estado ingresado en el hospital he comido platos con más sabor.
Vamos con el local. Al entrar hay como un mini comedor a la entrada abierto al exterior con un bonito mural de casas de colores y dentro una barra cuadrada con una serie de mesas distribuidas alrededor. Todo alicatado con azulejo blanco cual baño hasta la mitad y luego pintado en blanco. En sus paredes suele haber colgadas diversas obras de arte que están a la venta. Un detalle que no me gusta es que las mesas están muy pegadas a la barra, la gente que toma copas casi te tos encima del plato.
La carta, la verdad que cuando la vi, ya me corrió un escalofrió por el cuerpo. Esa sensación de cuando intuyes que algo no va bien. Tablas de embutidos, quesos, tastas para picoteo, ¿esto es un restaurante una charcutería? Cuatro ensaladas y poco más.
Nos tiramos a la piscina y pedimos una de cecina de León (6.90€), el único plato bueno de toda la noche, fijaros que es único plato que no es de cocina lo cual avala mi teoría que eso es un despacho de fiambre. Estaba buena y la ración era grande, todo hay que decirlo.
Seguimos con unas croquetas caseras de pulpo (7.90€), la camarera nos dijo que traían 8 croquetas, al ser 5 personas tuvieron el buen detalle de poner 10 sin subir el precio. La calidad mala, sabían a bechamel nada más y el pulpo lo debieron ver las croquetas en un documental de National Geographic.
Fuera de carta la camarera nos recomendó un pulpo con langostinos (14€), cosa más insípida no la he probado en mi vida. Cuatro rodajas de pulpo y cuatro colas de langostino ahogadas en aceite.
También fuera de carta probamos el cochifrito (17.50€), en teoría cochinillo confitado con compota de manzana, ¿suena bien, no? Pues no, en la práctica dos trozos de carne reseca insípida y con una compota de ¿manzana? ¿O tal vez de agua? Lo digo por el sinsabor.
Para finalizar este desastre culinario tomamos un solomillo con salsa de champiñones (9.90€), la carne muy seca y otra vez insípida. La salsa sí que estaba buena, lo único. En la salsa me encontré las únicas arenas de sal que debía haber en todo el local. Porque la ausencia de sal era notoria en todos los platos y eso que estoy acostumbrado a comer sin sal.
Para tratar de ahogar nuestras penas tomamos un Pago de los Capellanes 2012 (16€) que junto con la cecina fue lo único salvable de la noche. Curiosamente las dos únicas cosas que no dependen de la cocina.
Este restaurante hace honor a su nombre, Calma chicha. En los tiempos de la navegación a vela si había algo que temieran los marineros era la calma chica, incluso más que los temporales, ya que se soportaba mucho calor (curiosamente el local parecía un horno) y se agotaban los víveres sin que el navío se moviese ni una milla hacia su destino. Así que si os dicen de ir ahí a comer, huid insensatos.
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