San Carrodio, Santiago de Compostela. A Coruña.
En un caluroso lunes estaba en la ruta con el escritor y psicólogo Ricardo Calza cuando llego la hora de comer, nos encontrábamos en los alrededores de Santiago y decidimos hacer parada ahí para reavituallarnos. Me acorde de una recomendación que me había hecho mi amigo El Zampón de Compostela y la posterior lectura de su artículo sobre el San Carrodio y su generoso menú del día. Por cierto la primera vez que oigo de tal santo y del que soy un fiel devoto después de visitar este “templo” en su honor.
Los augurios eran buenos y la abundancia de furgonetas aparcadas a la puerta del local no hacían más que dar buenas vibraciones. El local no es muy grande, siendo relativamente estrecho. Consta de una primera parte de bar y atrás un pequeño comedor, como llegamos temprano no tuvimos que esperar mesa, si llegáis en hora punta a lo mejor tenéis que esperar un ratillo. Afortunadamente son muy rápidos y la rotación de las mesas es muy alta. El local está decorado en unos relajantes tonos azules y me pareció agradable.
Suso, el camarero y propietario nos sentó con su peculiar estilo en una mesa al fondo del local. Nos trajo el menú que como podéis observar es largo y con diferentes sugerencias.
Mientras nos decidíamos nos trajo las bebidas y otro punto muy positivo del local es que son grandes, en este caso una botella de 1 litro de agua y otra de 500ml de Coca Cola. Pudimos observar como si pedías vino y gaseosa te servían una botella de tinto y una de Casera de 500 ml, aunque me gusta más la gaseosa de la zona, la Feijóo. Un día hare un especial sobre las múltiples y buenas gaseosas que hay en Galicia gracias a la buena calidad de nuestras aguas.
El pan era una cesta grande de bollo del país con muy buen color y mejor sabor, nada de baguette congelada. Corteza tostada y miga poco alveoláda, denso pero sabroso.
Hacia un día caluroso y El Zampón de Compostela me había hablado muy bien de la Ensaladilla Rusa y puesto que es uno de mis platos fetiche decidimos pedirlo. ¡Gran acierto! Una bandeja repleta hasta arriba de una refrescante ensaladilla casera, no era congelada de bolsa y con mahonesa también casera. Un detalle en el que me fijo mucho, las aceitunas. Eran sin hueso, como debe ser. Me parece una cutreria poner en una ensaladilla aceitunas con hueso con el riesgo que conlleva si topas con una inadvertidamente en el medio y la muerdes sin las debidas precauciones. Riquísima y abundante, matizo que toda esa bandeja era para una persona.
En los segundos ya hubo más variación, mi colega escogió el filete de pollo con patatas que seguía con la línea de la ensaladilla, grande y sabroso. Cito textualmente sus palabras cuando vio el filete:” Este pollo lo fueron a cazar al Parque Jurásico”
Tras mis dudas que pedir me decante por un clásico de los menús del día, el filete de ternera con patatas. También de buen tamaño, que no os engañe la foto, parte de él estaba oculto bajo las patatas. Muy rico también, por poner un pero un poco más salado de lo que me gusta a mi pero eso ya son gustos personales.
Y en los postres había abundante oferta, además con la acertada separación de que postres eran caseros.
Tomamos una más que correcta tarta de queso aunque no era la típica de base de galleta y el resto de queso con una capa de mermelada si no que tenias varias capas de bizcocho. El que suscribe es un poco goloso y me tire a la piscina con un espectacular flan de queso, de los mejores que he probado en mi vida. Casi podríamos definirla como un pannacota, denso y con un sabor potente aderezado con el toque justo de caramelo.
Llegamos a los cafeses que como buen local de menú y para liberar mesas se suele tomar en la barra bautizado en este caso con unas gotas de brandy para desinfectar la garganta y curar una tos que llevo unos días padeciendo. Un fin de mesa perfecto.
Y ahora viene lo bonito, ¿Cuánto creéis que pague? Pues unos más que razonables 10€. ¿Que os parece? A nosotros nos pareció de maravilla. Desde luego volveremos y más después de ver pasar fuentes con unos mejillones en vinagreta sin concha espectaculares o unos guisos que olían a gloria.
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