Muiño da Chanca, Dena. Meaño. Pontevedra.
En nuestro periplo por el Salnés paramos a comer en un restaurante situado en un viejo molino a la salida de Dena, O Muiño da Chanca. El entorno se ha respetado quedando un local de lo más bonito y acogedor con la posibilidad de comer fuera si hay mesa libre y os apetece , claro. Deciros que el restaurante es muy popular y os conviene reservar.
El local esta especializado en cocina tradicional gallega con especial atención a los pescados aunque vimos pasar algún chuletón con muy buena pinta. Llaman la atención la merluza, rape y rodaballo entre otros, siempre con preparaciones sencillas en las que destaque la calidad del producto.
Pero antes de nada vamos a dar la “ostia”, aunque el local estaba lleno y pueda servir de cierta disculpa, el servicio dejaba mucho que desear, lento y con un nivel de empanamiento bastante grave como traer platos que no habíamos pedido, no traer otros que si habíamos pedido, un error grave con el vino, equivocarse al describirnos un postre y más fallos. Como veis son bastantes errores como para no hacer mención de ellos.
En los primeros decidimos hacer un picoteo y compartir diversas cosas. Empezamos con el pulpo (14€) que nos gusto a todos, con su toque de pimentón picante y su aceite de oliva virgen.
Unas zamburiñas a la plancha que si bien la vianda era pequeña si estaban ricas, no estaban tostadas de más abundando el sabor a mar.
Y unos mejillones a vapor que aunque no estamos en un mes de los mejores para ellos si estaban ricos y eran de un tamaño razonable.
En los principales fuimos al pescado de cabeza. Un abundante y según dijeron muy rico rodaballo a la plancha. Un lomo grueso y bien cocinado, no estaba crudo por dentro , acompañado por la tradicional ajada.
Los demás nos tiramos a degüello por la brocheta de rape con langostinos y vieiras, nos encanto a todos. Me gustan estas mezclas de mar en un solo plato, estando cada elemento en su punto correcto de cocción.
En los postres se pidió una rica tarta de queso fresco casera. Con base de galleta machada con mantequilla y una jugosa mousse sobre ella. Ideal con el calor que hacia. Tuvieron el bonito detalle de servirnos los postres en el exterior a la sombra de unos arboles.
Un tiramisu que según se comento también estaba muy bueno.
Y una copa de crema con chocolate, vainilla y nata… que no es lo mismos que una copa de chocolate como dijeron al principio, empanamiento del servicio.
Tomamos los reglamentarios cafés acompañados de unos chupitos de tostada que si se la echas al coche ganas un par de caballos.
El pan según nuestro especialista era industrial imitando a casero y no era nada del otro mundo.
La bodega del local es bastante abundante y como no abundan referencias de la zona, me gusto el detalle de que separaran los vinos del Salnés. Aquí tuvieron uno de los fallos gordos, pedí un Eidosela espumoso rosado, y me trajeron el blanco (16€) y no me di cuenta hasta que estaba abierto y lo dejamos pasar. Nos apetecía algo distinto y que podía dar mucho juego en su maridaje con los primeros como podía ser este rosado espumoso pero al final hubo que conformarse conformarse con un este “caveado” albariño.
Esa era la ultima botella que les quedaba y después seguimos un vino más clásico Eidos de Padriñan (14€) que fue una grata sorpresa para el resto de comensales. Fresco ,con poca acidez, notas de manzana fresca y buen paso por boca. Perfecto para la brocheta.
Un bonito restaurante y con buena materia prima pero que por lo menos el día de nuestra visita el servicio dejaba mucho que desear y no esta bien en un restaurante de 40€. De ahí la baja calificación. Lamentablemente no tengo todos los precios de los platos y solo me acuerdo de algunos. Espero lo sepáis disculpar.
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