Casa Juan, As Travesas. Monfero. A Coruña.
El cocido es algo mas que un plato, es la expresión máxima de vida de un pueblo como el gallego. Una forma de vida que se resume en la reunión de familia y amigos alrededor de una mesa para celebrar la vida, la amistad y todo lo bueno que hay en este mundo. Cuando llegan los primeros meses del año todo el mundo empieza a pensar en organizar los cocidos y es que el cocido no es un plato para uno solo, es algo que ha de hacerse un grupo: con la familia, con los amigos, compañeros de trabajo, ex mujeres…
Curiosamente el cocido no es un elemento solo si no que consta de de todo un repertorio de productos de las ganaderías y huertas gallegas, productos del cerdo, grelos, patatas. Una demostración de lo que somos capaces a nivel gastronómico antes de volver a la austeridad de la cuaresma. Esa austeridad cuaresmal es la que nos invita al desenfreno pantagruelico con la familia y amigos, es decir con los que mas queremos.
Como cada año el grupo RuRes, nos reunimos para celebrar nuestro tradicional cocido. Este año nos acompañaron las encantadoras Marita, Elena , Ana y Jose las dos primeras ya disfrutaron del cocido con nosotros en mas ocasiones y Ana quiere volver repetir después de la experiencia, el amigo Jose ya es otro de los fijos para cuando “la liamos”. Este año cambiamos de ubicación y decidimos hacer la auditoría de producto en Casa Juan, situado en As Travesas, muy cerca del Monasterio de Monfero. Visita que os recomiendo después para bajar el cocido.
Es el típico bar de pueblo a pie de carretera con dos estancias, la primera es donde esta la barra y a la derecha un pequeño comedor con capacidad para unas 20/30 personas a lo sumo. El comedor es pequeño pero acogedor a pesar de que la iluminación es artificial.
Tras sentarnos en la mesa con muchas risas y es que ya veníamos de la feria de Betanzos donde tomamos unos vinos acompañados de su ya legendaria tortilla empezó el desfile de platos que fue una autentico escándalo. Nos trajeron sendas soperas con tres variedades: sopa de pollo, caldo y callos…si habéis leído bien, unos ricos callos. Todo muy rico y que nos cortamos de servirnos mas por no hincharnos con los “aperitivos” como principiantes en una boda.
Llego el momento de la verdad y aparecieron los platos principales, el cocido por antonomasia. El lacón, costilla, chorizo, botelo, cachola. Nos pusieron la cachola para servirnos a nuestro gusto, esto es cada día mas raro. Por supuesto de todo en abundancia como debe ser en un buen cocido. Todo en su punto de cocción y con un excelente sabor. La comida era todo risas y alegría con comentarios: “ tenéis que probar el lacón”, “oye, la oreja esta buenísima”…en este caso creo que se referían a la de la cachola.
El cocido lleva su guarnición: patatas cocidas, grelos, garbanzos de los que dimos buena cuenta. Lo más flojo quizás los garbanzos aunque les podemos dar un aprobado sin problemas.
Cuando estas ya abarrotado de comida y no puedes mas llega el momento dulce del postre que volvió a ser otro escándalo. por la cantidad y calidad. Tarta de piña, de chocolate, filloas, orejas, rosquillas, fresas, un mantecoso queso, requeson, miel…lujuria total. Dimos buena cuenta de todo, en mi caso use y abuse de la tarta de chocolate ( como homenaje a nuestro chocolatero mayor, Juan Carlos, que no pudo asistir por causas ajenas a su voluntad ) y se de alguna que comió rosquillas como si no hubiera un mañana.
Tras el excesivo banquete llego el momento del café, de pota por supuesto, y acompañado de los correspondientes digestivos. Me alegre de tomar el café de pota ya que le tengo mucho apego y me parece algo fundamental en algo tan tradicional como un cocido.
Para acompañar este frenesí gastronómico escogimos un excelente Mencía de la D.O. Ribeira Sacra, Abadía da Cova (16€) que regó esta exaltación de la amistad con gran éxito. Un vino muy intenso con recuerdos a frutos rojos y que marida perfecto con el cocido.
El servicio en todo momento fue muy atento con nosotros y estaban pendientes de cualquier cosa que pudiera faltar en la mesa o preguntando si traían mas comida. El trato fue muy familiar y agradable. El precio del cocido fue de 20€ mas la bodega con lo cual la cuenta se elevo a 26€, muy razonable visto la cantidad y calidad de lo auditado.
Esta fue nuestra Oda al Cocido y exaltación de los valores de la amistad. Esto es algo que no debemos olvidar ahora que estamos pasando momentos complicados y desear que podamos repetirlo el año que viene, que no nos falte nadie en la mesa y no nos hagan falta las mascarillas para comer.
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