Dubrovnik o Ragusa, La Perla del Adriático. Croacia.
Hace diez años, ¡Como pasa el tiempo!, visite Dubrovnik por primera vez. Fue un shock lo que me encontré en la Perla del Adriático, un experiencia de lo más gratificante y que quiero compartir con vosotros. Desembarque en el puerto a las afueras de la ciudad en un hermoso día primaveral, pantalón corto, zapatillas cómodas y mi mochila. Tras pasar el control de pasaportes donde el policía estaba mas interesado en ligar con su compañera que en mi pasaporte me dirigí a cambiar mis euros por la divisa local; las kunas. Simpático nombre para una moneda. Justo enfrente de la oficina de cambio de moneda estaba la parada de bus que me llevo en un bonito viaje con los aborígenes al centro de la vieja Ragusa. Y es que ese el nombre de la ciudad antiguamente, antes de que Napoleón llegase y acabase con la floreciente ciudad.
Entramos por la puerta de Pile no sin antes tomarme un delicioso helado artesano en un puesto callejero que había antes de cruzar el foso, para darme fuerzas para lo que estaba por venir. _Nunca unas pocas kunas me habían sabido tanto.
Tras pasar la puerta nos encontramos con la Fuente de Onofrio del siglo XVI, una fuente con 16 caras y rematada con una cúpula abierta. Lugar de reunión y punto de encuentro de la gentes de la villa.
Ahí también da comienzo la Stradun o Placa, su calle principal pavimentada en mármol y que es la arteria principal de la ciudad. Una ciudad que rebosa vida y animación con manifestaciones de su cultura como este grupo de danza tradicional que nos deleito con una bonita representación.
Perderse por sus medievales callejones los cuales nos sorprenden con hermosos rincones en los que sentarnos y disfrutar de unos momentos de calma.
Pero lo que me sorprendió fue subir a las murallas, al lado de la Fuente de Onofrio accedí a ellas subiendo unas empinadas escaleras de piedra sin saber lo que allí descubrí. En mi inseparable reproductor de música empezaba a sonar el “Evening Falls” cuando apareció ante mi la visión de la ciudad desde lo alto de la murallas. Había retrocedido en el tiempo cinco siglos y me encontraba ante un espectáculo de ciudad de piedras blancas y tejados dorados que brillaban al sol primaveral. La conjunción de música e imagen me hizo pararme y disfrutar de un momento único de paz.
Desde tan privilegiada atalaya disfrute de las vistas de su monasterio franciscano y al fondo el monasterio dominico mientras sonaba de fondo Demis Roussos con su “Rain and Tears”.
Las vistas de los fuertes de Bokar y Lovrejnac que ocultan una pequeña playa a los pies de la muralla.
Cada recodo, cada esquina te sorprendía con rincones de una belleza única como esta terraza donde no pude resistirme a tomar un refrigerio mientras disfrutaba de la cálida brisa del Adriático en mi cara mientras Kevin Ayers acompañando con Mike Oldfield a la guitarra cantaba:
“We took a place in the sun to see just what had become.
The warm wind blows constantly.
Does the answer still blow? Did you find your chateau
In that Mediterranean fantasy?”
O avistar la llegada de una nao de Venecia frente a la isla de Lokrum con delicadas sedas chinas o especias de las Molucas.
Llegamos al viejo puerto que tiene forma de semicírculo y esta defendido en su esquina por la fortaleza de San Iván y que alberga un interesante museo marítimo. Una hermosa rada rodeada de piedra donde atracan numerosas embarcaciones de recreo y es punto de partida de diversos charters que nos invitan a recorrer la hermosa costa dalmata y sus islas de jade.
Tras visitar sus murallas me dedique a visitar la ciudad, a callejear por sus rincones, a visitar sus museos y catedral, a sentarme en una taberna a disfrutar de su rica gastronomía. Recuerdo también con cariño a la chica que me informo en la oficina de turismo, había vivido en Barcelona y estuvimos hablando un buen rato de su país y todo sus atractivos.
Ragusa (me encanta este nombre) es una ciudad con una historia increíble, ciudad estado que nació con Roma, soporto invasiones normandas, otomanas, napoleónicas y hasta una reciente guerra civil. Aun así ha sobrevivido con una hermosa belleza que ha cautivado a los viajeros de medio mundo y los productores de Hollywood pasando por este humilde prescriptor y es que no es vano Patrimonio de la Humanidad.
Si me veis sentado en la terraza al pie de las murallas disfrutando de un fresco vino croata no dudéis en saludarme y os invitare con mucho gusto.
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