Palacio de Medinaceli. Aranjuez.
Mi gran amigo Alberto y corresponsal por la zona centro, me ha mandado su experiencia en el restaurante Palacio de Medinaceli de Aranjuez. Disfrutadla.
Ayer cenamos 3 adultos y un niño en el Restaurante Palacio de Medinaceli en Aranjuez, sito en el corazón de Aranjuez, en la calle Gobernador, 62. Para los que conozcan algo el lugar, al lado de la tienda de “Tomás Hogar”.
Entramos por la calle del Rey, directamente a la terraza, ambientada tipo Edad Media, con toldos y escudos de armas en las paredes. Nos atendieron rápidamente y tras ver el menú, nos fuimos a tiro fijo a un plato que nos gustaba: “Morcilla de arroz con cebolla caramelizada y almendras”. Como se aprecia en la foto, la presentación es muy buena y el sabor exquisito. A mí en particular, no me gusta la morcilla, sin embargo ésta, me la he comido bien a gusto. La cebolla caramelizada le da un sabor dulce que enriquece el de la morcilla y el toque de las almendras es un contraste muy bueno. En esta ocasión quizás tenía menos sabor dulce que otra y me gustaba más la anterior, pero aun así, muy buena.
Pedimos también “Huevos revueltos con jamón”, que es un clásico por estos lares y lo resolvieron de forma sobria. Fue lo que se esperaba y algo más. Las patatas panaderas estaban muy bien hechas y el huevo, revuelto, no frito como en otros lados. La cantidad era mayor a la esperada, con lo que todo bien.
Luego “Espárragos (trigueros) con virutas de jamón ibérico y mostaza de miel”. Los espárragos con el contraste del jamón y la mostaza, muy bien.
Por último, “Medallones de solomillo ibérico al Pedro Ximenez con dátiles y patatas”. Estaba muy sabroso y al punto. Los dátiles aportaban un sabor muy dulce y el contraste merecía la pena, aunque a no todo el mundo le gusten los mismos. Las patatas eran como los “cachelos”, es decir, hechos con su monda y había que rebanarlas por dentro. Muy buenas también. La salsa se podía cambiar por Roquefort o frutos rojos.
Como dato curioso, en la terraza tienen cultivadas varias especies, como la menta, y es habitual ver al cocinero salir a “recolectar” alguna para cocinar en el momento. A nosotros nos ha pasado y nos dejó un aroma a menta muy particular.
En el interior, ya tienen un espacio tipo cueva para el invierno, dotado para muchos comensales que me parece muy acogedor.
La relación calidad-precio, fue buena. Pagamos 47 € por los tres adultos y el niño y fueron muy atentos, llegando a regalarle al pequeño un helado y nos invitaron al café. A la pregunta de si volveríamos, la respuesta la veo clara: “por supuesto”.
Gracias Alberto por tu aportación.
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