O Son do Miño. Lugar de Ribas-Oza. Teo. A Coruña.
En una de esas incursiones que suelo realizar con mis amigos decidimos hacer parada en los alrededores de Santiago en O Son do Miño. ¿Por qué decidimos parar aquí? Debido a los sabios consejos de El Zampón de Compostela que hasta ahora han sido de lo más útil y te pido permiso para contar mi experiencia en este bonito lugar.
Desde el principio el local da muy buenas impresiones, está situado en una antigua casa de piedra al lado de la Capilla de Santa Eufemia. Os preguntareis porque O Miño si estamos en Santiago, la razón es muy sencilla. Los propietarios son de Chantada por donde pasa el “Pai Miño” y es que el Miño marca carácter.
Una vez en el interior vemos que se ha respetado la arquitectura tradicional y predomina la piedra. Tenemos varios ambientes, al entrar la barra del bar con una lareira y en su interior una apuesta por la modernidad con un limpio insertable para calentar la estancia. A la izquierda hay tres comedores en dos niveles. Abajo dos comedores en uno de los cuales más íntimo en el que hay una bonita bodega y en la parte de arriba un luminoso comedor.
Su propuesta gastronómica es clara, apuestan por la comida tradicional gallega con dos opciones. Por una parte la carta con platos como pulpo, bacalao y similares y un más que recomendable menú del día por 9.50€ con platos con lentejas, churrasco de cerdo, repollo con grelos, patatas y chorizo entre otros platos. Aquí voy a dar una de cal y otra de arena, en vez de darnos una carta para poder decidir los platos nos los canto lo cual trajo un problema. Al haber tal variedad de platos y la memoria ser escasa nos costó decidirnos y le hicimos repetir al camarero varias veces los platos, fuimos un poco pesados lo reconozco, pero en ningún momento puso mala cara el amable camarero, al contrario todo amabilidad. Lo mismo nos pasó con los vinos, nos cantó varios vinos con sus precios pero a los que disfrutamos del comer y beber nos gusta recrearnos en la lectura y discutir con los compañeros de mesa sobre los manjares. De hecho nos recomendó un buen vino pero después vi que tenían un vino que a mí me encanta, Celeirós de la Ribeira Sacra que de haberlo sabido lo hubiera pedido.
Mientras esperamos la casa tuvo el detalle de ponernos unas lonchas de un rico fiambre casero de cabeza de cerdo que es marca de la casa. El pan que acompaño la comida era muy bueno, de corteza tostada y miga esponjosa como me gusta a mí.
Tras haber dado muchas vueltas, insisto en la amabilidad del camarero, nos decidimos por el menú del día. Pedimos un plato que consistía en repollo, grelos, patatas y chorizo. El repollo estaba muy rico y los grelos no eran amargos, por no hablar del chorizo que los acompañaba que era de dos clases, cebollero y normal con el punto justo de picante.
Otro de los primeros fueron unos chinchos acompañados de una rica patata cocida con un chorrito de aceite de oliva y perejil.
En los segundos hubo más variedad, por una parte un churrasco de cerdo con patatas que según dijeron mis amigos estaba muy bueno. Lo único que al venir ya las costillas separadas están un poco más secas que si bien el costillar unido. Es cuestión de gustos no una crítica.
El guiso de ternera con champiñones “naturales” estaba muy rico. Las patatas doradas y bien hechas en su interior, la carne muy jugosa y con una salsa que invitaba a mojar el pan.
También se tomó un rico zanco de pollo, la foto lo dice todo.
A la hora de las sobremesas estábamos un poco golosos y pedimos unos postres fuera del menú. Una excelente mousse de chocolate que venía con una elegante nota de mermelada de naranja y sus cortezas que le daba un contrapunto extraordinario.
El flan de café adornado con unas pasas no le iba a la zaga, con el toque justo de caramelo y de textura compacta.
Y por último un bizcocho de naranja que si sabía a naranja. Este postre si entraba en el menú.
Como toda buena comida que se precie, y más estando con Holy a mi diestra, finalice con el tradicional café de pota servido en la tradicional “cunca” que fue bautizado con el correspondiente aguardiente.
En el tema de los vinos, como comente antes, no nos facilitó la carta y nos recomendó un excelente Ribera del Duero, Melior (13€) de Matarromera. Un vino con una crianza de seis meses en barrica que cumplió de sobras. Es un vino potente y con mucho sabor de frutas rojas matizado con el suave toque de la madera.
O Son do Miño es un local que en primer lugar rentra por los ojos por su cuidado ambiente tradicional resaltado por su banda sonora, sensación que se acentúa al degustar sus ricos platos de cocina tradicional y a unos precios muy razonables. Es de destacar su menú ya que por 9.50€ no se puede pedir más. Entiendo por qué es uno de los lugares preferidos del Zampón.
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