Casa Rivero, Mondariz Balneario. Pontevedra.
Si hay algo que nadie puede discutir es que en Galicia disfrutamos de unas materias primas de calidad pero tambien es cierto que que muchas veces no lasa sabemos tratar con el respeto que merecen y lo mismo puedo decir del respeto al cliente por eso es una grata sorpresa encontrarse locales como Casa Riveiro en Mondariz Balneario.
La puesta en escena es sobria, un local pequeño decorado de una manera clásica con cierto aire a asador castellano. El local es pequeño y consta de dos comedores con una densidad de mesas bastante alta pero nada que incomode más que a los propios camareros para realizar el servicio. Como detalle curioso la mini barra se encuentra al fondo de todo del local con lo que has de sortear todas las mesas para llegar a ella. Fuera cuenta con un terraza que si el tiempo lo permite es una excelente opción para disfrutar de su cocina.
La cocina del local apuesta por la tradición gallega y alguna sorpresa con fusión de elementos tradicionales gallegos. Cabe destacar que consta de dos menús degustación que pueden ser excelentes opciones para pasear por la propuestas que nos hace Remedios desde los fogones. Una primera opción por 50€ para dos personas de un menú gallego y otra por 52€ un poquito más elaborado en honor a la Carmen de Bizet.
Tras sentarnos a la mesa y después de mirar la carta el camarero nos explico con detalle las distintas propuestas que nos ofrecía de acuerdo con nuestro perfil. He de decir que Manolo, así se llama, nos aconsejo con muy buen criterio y tuvo con nosotros un trato exquisito. Interesándose en todo momento por nuestros platos y dándonos las oportunas explicaciones. Se nota que le gusta lo que hace y sabe de lo que habla. Un profesional en toda regla que insisto es algo en lo que flojea la hostelería gallega. Tenemos materia prima de calidad, tratemosla con respeto y tambien cuidemos al cliente, no es necesario llegar al peloteo pero si tratar al cliente con educación y asesorarlo de acuerdo con sus gustos.
Tras el “rollo” que os acabo de largar os cuento los platos que es lo que queréis saber. Empezamos con dos clásicos, unas excelente almejas a la plancha y unas zamburiñas con idéntica preparación. Las almejas solo puedo decir un adjetivo: excelentes. Buen tamaño, carnosas, textura y en su punto de sabor. Las zamburiñas sin estar mal, ni mucho menos, estaban un punto por debajo de las almejas pero a muy buen nivel.
En un menú gallego no podía faltar el “octopus to the party” servido en plato de loza no en madera, eso sí. Muy rico, no estaba chicloso y bien sazonado con sal y pimenton de calidad y ese toque de maestría que le da el uso de un excelente aceite de oliva virgen de un precioso color verde. Por cierto os dejo aquí el cocinaconsejo de hoy, el color en los aceites no quiere decir que sea mejor o peor, simplemente es una característica más que no afecta al resto de sus cualidades.
Seguimos con otro plato donde empezamos a abandonar el mar e introducir tierra poco a poco. Un rape con almejas y castañas en salsa. Delicioso, por supuesto mojamos el pan en la rica salsa. El pescado se deshacía fácilmente y no estaba rocoso como algunos rapes de dudoso origen que nos ponen por ahí delante. Excelente tacto en boca y la salsa evitaba que rape quedase muy seco. Y como os comentaba antes, me sorprendió la fusión de las castañas con el rape en este plato. No soy muy castañero excepto cuando jugaba al fútbol que repartía mas que un croupier de Las Vegas pero tengo que reconocer que me encanto la propuesta.
Por último abandonamos el mar para centrarnos en la tierra con un impresionante entrecot de ternera.. El entrecot se servia fileteado y en plato caliente para ir acabándolo cada uno a su gusto. Hacia tiempo que no tomaba una carne tan buena. Se servia acompañado de patatas fritas, un gallego toma patatas hasta con el postre y pimientos de Padrón.
Hablando de postres, ¿puede haber algo más de la terriña que el queso con membrillo? No, salvo que le añadas una excelente tarta de Santiago. Excelentes.
El menú incluía un D.O. Rías Baixas Lagar de Besada, un vino de la subzona del Salnés, de color amarillo pajizo, fresco con toques afrutados y la característica acidez de los albariños. Marido perfectamente con la propuesta del menú incluyendo la carne.
El pan era el típico del país y a pesar de ser domingo noche aun se mantenía en forma y sirvió para rebañar la salsa de el rape.
En la sobremesa nos pusieron unos deliciosos licores de la casa. Un suave y refrescante crema de orujo y una impresionante aguardiente tostada, con poco grado alcohólico y llena de matices. Tuve que decirle a Manolo que se la llevase que si no íbamos a acabar mal. Según me comento eran licores artesanos como atestiguan su envasado en botellas “recicladas”. Sorprendentemente ninguna era de Cardhu, un clásico en la botelleria de reenvase de licores.
Al acabar el servicio Remedios, la chef, se paso por las mesas para interesarse por clientes. Un buen detalle que se debiera practicar un poco más.
Ha sido una grata sorpresa encontrarse con este restaurante en el que se respeta tanto el producto como al cliente haciendo de la visita una grata experiencia para los sentidos quedando pendiente una próxima visita para degustar la otra operística propuesta.
Para los que me conoceis, ¿de que no he hablado y suelo ser muy pesado con el tema?
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